¿Quién fue y que hizo Francisco de Miranda?

Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Espinoza, más conocido como Francisco de Miranda, fue un político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano nacido en Caracas en 1750 y fallecido en San Fernando en 1816. Es considerado como el precursor de la emancipación americana contra el imperio español y es conocido como el primer venezolano y el americano más universal.

Miranda participó en la revolución de los Estados Unidos y en la Revolución francesa, donde fue protagonista destacado y se le otorgó el título de héroe de la revolución. Posteriormente, lideró el bando patriota en la independencia de Venezuela y fue un firme defensor de la independencia y la soberanía de las naciones en el ámbito internacional.

Miranda fue el creador del proyecto geopolítico conocido como Gran Colombia, que Simón Bolívar trató de llevar a cabo en 1826 tras la liberación de los territorios que hoy conforman Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela, aspirando a unificarlos en una sola nación.

En su carrera militar, Miranda alcanzó los rangos de coronel y mariscal en los ejércitos español y francés, respectivamente, así como el grado de coronel en el ejército ruso, concedido por Catalina II la Grande. Miranda fue el primer comandante en jefe de los ejércitos venezolanos y ostentó el título de generalísimo. Participó en cuatro contiendas, entre las que destacan el sitio de Melilla, la batalla de Pensacola en Estados Unidos y la batalla de Valmy en Francia.

Aunque fracasó en la implementación de sus proyectos en su propio país, Venezuela, su ideal político perduró en el tiempo y sirvió de base para la fundación de la Gran Colombia, mientras que sus ideas independentistas influyeron en destacados líderes de la emancipación americana como Simón Bolívar en Venezuela y Bernardo O’Higgins en Chile.

El nombre de Miranda está grabado en el Arco del Triunfo de París, su retrato forma parte de la Galería de los Personajes en el Palacio de Versalles y su estatua se encuentra frente a la del general Kellerman en el Campo de Valmy, Francia.

Los padres de Francisco Espejo fueron Francisco Espejo y Bárbara Camaño y Bermúdez. Comenzó sus estudios primarios en Santa Lucía (Edo. Miranda) y posteriormente obtuvo el título de bachiller en artes de la Real y Pontificia Universidad de Caracas en 1775, y el de bachiller en Derecho civil el 30 de abril de 1781 en la misma universidad.
Francisco Espejo es conocido como uno de los fundadores del Colegio de Abogados de Caracas, donde también desempeñó el cargo de tesorero en la primera Junta Directiva el 17 de agosto de 1788, siendo elegido más tarde como decano de este cuerpo colegiado. Como decano, tuvo el honor de presidir la sesión solemne de su instalación definitiva en 1792.
Durante el periodo que va desde 1797 hasta el 19 de abril de 1810, Francisco Espejo ocupó diversos cargos públicos, como el de fiscal de la Real Audiencia de Caracas y comisionado para realizar la instrucción en la causa seguida contra la Conspiración de Gual y España. También participó en el proceso contra unos franceses revolucionarios en Maracaibo en 1798, y como fiscal militar, tuvo que actuar en contra de Francisco de Miranda debido a su invasión a Coro en 1806. En 1808, siendo fiscal de la Real Audiencia, se opuso al movimiento de los caraqueños que pretendían declarar la autonomía ante la invasión francesa de España. Además, fue relator de la Junta Superior de la Real Hacienda. El 19 de abril de 1810, asistió como oidor de la Real Audiencia al acto del Jueves Santo en compañía del capitán general Vicente de Emparan y Orbe, y le correspondió firmar el acta de destitución de este último y la constitución del nuevo gobierno republicano.

En ese año, Francisco Espejo actuó como fiscal en el caso de los hermanos González de Linares, acusados de participar en un movimiento contrarrevolucionario en 1810. Sin embargo, a partir de ese momento, se convirtió en un ferviente defensor de la causa emancipadora y se unió al movimiento independentista. En el primer aniversario de la independencia, recorrió las calles de la ciudad y explicó el significado histórico de la fecha en la plazoleta de Santa Rosalía.

Luego, actuó como juez sentenciador de los implicados en una fracasada contrarrevolución llevada a cabo por isleños. El 25 de noviembre, fue nombrado gobernador de Barcelona por el Primer Congreso Nacional y redactó el reglamento electoral y el proyecto de Constitución de esa provincia.

Sin embargo, el 14 de agosto de 1812, fue detenido en La Victoria por denuncia del marqués de Casa León y enviado al castillo de Puerto Cabello, donde permaneció hasta abril de 1813, cuando fue trasladado a Valencia y sometido a juicio por infidencia por proponer la capitulación ante las fuerzas españolas. Su caso fue sobreseído el 5 de julio de 1813, y fue liberado con la restitución de sus bienes.

Después del triunfo de la Campaña Admirable, Simón Bolívar, quien estableció la guerra a muerte, lo nombró gobernador civil de Valencia. A pesar del asedio de la ciudad por las fuerzas realistas comandadas por José Tomás Boves desde el 28 de marzo de 1814 hasta el 9 de julio del mismo año, la capitulación fue firmada entre las fuerzas patriotas y realistas, pero el jefe español ordenó el fusilamiento de Francisco Espejo en la plaza mayor de Valencia el 15 de julio de 1814.

Infancia y vida familiar

Los antecedentes de Francisco de Miranda tuvieron un origen bastante humilde. Sebastián de Miranda Ravelo, su padre, nació el 12 de septiembre de 1721 en Puerto de la Cruz, una población del valle de La Orotava en Tenerife (Islas Canarias), y fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña diez días después. Era hijo de Gabriel de Miranda, quien también nació en Puerto de la Cruz el 6 de noviembre de 1686, y de María de la Concepción Ravelo de León, hija de Domingo de Sosa de León y Catalina Ravelo.

Debido a su nacimiento, se sospechaba que Sebastián de Miranda era mestizo de guanche, por lo que pertenecía a la categoría social de los blancos de orilla, considerada inferior a los blancos españoles y a los criollos. El Cabildo de Caracas lo acusó de ser «mulato, mercader, aventurero e indigno por muchos antecedentes de desempeñar puesto de categoría». No es sorprendente que, al alcanzar cierta holgura económica, intentara demostrar en un juicio que sus orígenes eran «puros» para obtener mayores privilegios sociales.

En una hipótesis alternativa sobre sus orígenes, José Chocrón Cohen ha señalado que, según sus investigaciones, Sebastián de Miranda fue rechazado por su posible origen judío y su condición de marrano converso. Las Islas Canarias fueron un importante asentamiento de judíos que huyeron de otras regiones de España. Finalmente, Sebastián de Miranda se estableció en Venezuela, donde se dedicó al comercio de lienzos, una actividad económica relacionada con los criptojudíos.

Se casó con Francisca Antonia Rodríguez de Espinosa, también de origen canario y posiblemente de origen judío, el 24 de abril de 1749 en la Iglesia Catedral de Caracas. El primogénito de la pareja, Sebastián Francisco de Miranda, nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas. Tuvieron diez hijos en total: Ana Antonia, Rosa Agustina, Micaela Antonia, Miguel Francisco, Javier, Francisco Antonio, Ignacio José, Josefa María y Josefa Antonia.

El 5 de abril de 1750, fue bautizado en la iglesia catedral por el maestro Juan de Rada, siendo su padrino el bachiller Tomás Bautista de Melo.7 El 27 de diciembre del mismo año, le fue administrado el sacramento de la confirmación por el obispo de Caracas, Manuel Machado y Luna.89 En sus inicios, la familia Miranda era económicamente modesta y vivía dentro del grupo socialmente discriminado de colonos canarios sin título de nobleza o blancos de orilla llegados a Caracas, que, en costumbres, trato y nivel, formaban un núcleo aparte de los blancos criollos o mantuanos, los blancos españoles y los pardos.10.

Con el tiempo, la situación de la familia mejoró notablemente, y Sebastián de Miranda logró hacer fortuna como comerciante en Caracas, llegando a ser propietario de diversos inmuebles en la ciudad. Ya en aquellos tiempos, existían roces y conflictos sociales que empezaron a crear un problema de gobernabilidad para las autoridades coloniales, que además tenían que aliviar las secuelas negativas de la presencia de la Real Compañía Guipuzcoana, que monopolizaba las transacciones comerciales en la provincia de Venezuela.

En La Orotava, la familia Miranda era considerada gente distinguida e ilustre, a diferencia de lo que sucedía en Caracas. Su padre hizo fortuna con su trabajo y logró ser nombrado capitán del Batallón de Milicias de Blancos de Caracas, pero por estar en entredicho su procedencia, su nombramiento produjo un fuerte rechazo del estamento social conocido como mantuano, sociedad compuesta de blancos criollos, descendientes de españoles, pero nacidos como Sebastián Francisco en territorio americano, reflejo todo ello de conflictos sociales y raciales latentes y una de las causas de la Independencia.

Había cierta dosis de desprecio de los mantuanos hacia su padre por ser un comerciante, ocupación que a sus ojos lo inhabilitaba para ser capitán de Milicias. Grave, verdaderamente grave, fue el enfrentamiento de Miranda padre, con dos mantuanos de fuste, como Nicolás de Ponte y Martín Tovar Blanco, cuyos descendientes terminaron contándose entre los republicanos. Este enfrentamiento solo se solucionó cuando el rey Carlos III ordenó a los caraqueños que se le permitiese a Miranda el uso del uniforme y el bastón por considerárselo hidalgo, lo cual ocurrió en 1772, cuando su hijo Sebastián Francisco ya tenía un año fuera de Venezuela.

Educación

Pese al rechazo de los mantuanos, su padre Sebastián siempre perseveró en su empeño de mejorar la situación de la familia, de modo que, además de acumular riquezas y cargos importantes, sus hijos recibieran educación universitaria.

Así, el 10 de enero de 1762, Miranda comenzó sus estudios en la Universidad de Caracas bajo la regencia del Dr. Antonio Monserrate, y durante dos años estudió latín, los inicios de la Gramática de Nebrija y el Catecismo de Ripalda.

Desde el año 1764 hasta 1766, Miranda cursó estudios en la Clase de Mayores de la misma Universidad, donde profundizó sus conocimientos de latín mediante el estudio de los escritos clásicos de Cicerón y Virgilio, completó sus estudios de la Gramática de Nebrija, adquirió nociones de historia sagrada y profana, religión, aritmética y geografía. Finalmente, realizó el curso de Artes en la Universidad de Caracas estudiando Lógica, Física y Metafísica y obtuvo el título de bachiller que permitía el acceso a Teología, Jurisprudencia o Medicina. No se sabe de forma fidedigna si Miranda llegó a obtener el título de médico y solo se cuenta con su testimonio personal afirmando haberlo recibido en 1767 (con 17 años de edad). Por testimonio personal de Miranda, se sabe que algunos de sus maestros fueron los doctores Domingo Velázquez, Francisco José de Urbina y Gabriel Lindo.

A partir de 1767 se produce una interrupción en los estudios de Miranda que, posiblemente, se vieron afectados por las circunstancias vividas por su padre. Ser nombrado capitán de las Milicias de Blancos de Caracas, siendo comerciante isleño, era algo que incomodaba a los Mantuanos, pues había alcanzado una distinción social importante al convertirse en un personaje de cierta influencia. Parece como si éstos empezaron a crear intrigas para desacreditarle y anularle en la vida pública. Esto desencadenó una serie de circunstancias en las que, después de una sentencia real, el padre de Francisco obtuvo la victoria y sus derechos le fueron reconocidos, pero le crearon una enemistad irreconciliable con los Mantuanos que nunca olvidaron el conflicto ni le perdonaron el desafío, lo que influyó inevitablemente en las decisiones posteriores de Miranda.

Después de la victoria judicial de su padre, las dificultades para desarrollar planes futuros en una sociedad tan limitada como la caraqueña influyeron en que decidiera, con poco más de 20 años, marcharse a España. Embarcó, pues, el 25 de enero de 1771, desde el puerto de La Guaira, en una fragata sueca denominada Príncipe Federico, para servir en el Real Ejército español.

Primeros viajes

En 1771, Miranda inició un largo periplo alrededor del mundo que duró la mayor parte de su vida. También comenzó entonces la elaboración de un minucioso registro con el que confeccionó su archivo personal, que alcanzó a ser de 63 volúmenes encuadernados y que llevaba siempre consigo. Participó en los tres grandes movimientos históricos y políticos de su tiempo: Guerra de Independencia de los Estados Unidos, Revolución francesa y Guerras de Independencia Hispanoamericana.

Desembarcó en el Puerto de Cádiz 35 días más tarde, el 1 de marzo de 1771, hospedándose en casa de José de Añino, quien sería un fiel intermediario entre él y sus parientes para procurarle recursos de subsistencia, adquiriendo la vestimenta necesaria para seguir su viaje entre el 1 y el 13 de marzo de 1771, en que partió de Cádiz a Madrid.

Desde entonces madura sus ideas concibiendo la unidad hispanoamericana en sus recorridos por el mundo y en su relación con las personalidades más influyentes de la época. Combatió bravamente en América, Europa y África, salvo en Oceanía y Asia —aunque pensó en traer Cipayos de la India—, recorrió y escudriñó España y todo el continente europeo, incluyendo a Gran Bretaña, Rusia y Escandinavia; Asia Menor, América del Norte, América del Sur y las Antillas. Fue el único hombre que tuvo contacto personal y directo con figuras de la talla de Napoleón Bonaparte, Catalina la Grande, Federico II de Prusia, el Duque de Wellington, Robert Peel, La Fayette, Estanislao II Poniatowski, William Pitt, Grigori Alexandrovich Potemkin, Samuel Adams y Johann Caspar Lavater.

Mantuvo reuniones fructíferas con otros destacados personajes hispanoamericanos, como Simón Bolívar, José Francisco San Martín, Andrés Bello, Bernardo O’Higgins, Carlos Montúfar, Carlos María de Alvear, Fray Servando Teresa de Mier, Domingo José Martins, Manuel Palacio Fajardo, Juan Germán Roscio, Manuel Gual y Pedro Gual, Hipólito Costa, José Bonifácio de Andrada e Silva, José de Antepara, Matías de Irigoyen y Nicolás Rodríguez Peña.

En Madrid

El 27 de marzo de 1771, Miranda llegó a Madrid y comenzó a estar consciente de realidades que ignoraba hasta entonces y que le impresionaron notablemente, tales como una gran biblioteca, la abundancia de obras de arte, la majestuosidad de los edificios y el espectáculo de la nieve y los cultivos decorando el paisaje, que le parecieron fabulosos.

Durante sus primeros días estuvo hospedado en una posada hasta que logró trasladarse a una vivienda particular, en la que se instaló de forma cuidadosa e inició sus primeros estudios en la ciudad con lecciones de Matemáticas, Geografía y de los idiomas inglés y francés, iniciando así un aprendizaje que no sólo comprendía la formación académica, sino también recorridos minuciosos por la ciudad y sus alrededores.

La llegada de Miranda a Madrid coincidió con una etapa de transformación urbanística de la ciudad iniciada por el rey Carlos III, que abarcó de forma directa e indirecta todos los aspectos de la vida de sus habitantes, lo que dio un impulso renovador beneficioso para la ciudad.

Así Miranda contempló edificios y monumentos emblemáticos del Madrid de la época, como la Fuente de Neptuno, La Cibeles, el Paseo del Prado, el Palacio del Buen Retiro, y poblaciones aledañas, como El Escorial o Segovia.

En lo social, el Madrid de entonces concentraba su vida literaria en la Fonda de San Sebastián, lugar frecuentado por ilustres escritores, y una actividad cultural pujante a la que la obra de la Real Academia, las sociedades económicas y el auge de las imprentas contribuyeron notablemente.

La Plaza de Toros y los teatros populares eran los centros de distracción cotidianos en los que la Nobleza no podía evitar el contacto con «la plebe» y se entremezclaban las costumbres populares con las cortesanas. Y también era el Madrid en el que la Santa Inquisición vigilaba por todas partes a modo de policía cultural y política.

Es en el Madrid de esta época donde Miranda tiene sus primeras impresiones fuera de Venezuela y también comienza a crear su biblioteca personal, en la que empezó a tener incluso libros que estaban prohibidos por la Inquisición y de la que mantuvo una lista detallada en su archivo personal.

La naturaleza y el número de libros adquiridos en Madrid son una indicación precisa de que existía en la ciudad un ambiente intelectual muy amplio. Libros de matemáticas, arte militar, historia, religión, filosofía y literatura formaron parte de sus lecturas.

Muchos de esos libros constituyeron para Miranda enseñanzas definitivas, que mantuvo cerca de él durante el resto de su vida, entre los que destacan las obras de Maquiavelo; La destrucción de las Indias, de Fray Bartolomé de Las Casas; obras de lord Bolingbroke, Burke y Locke; Los principios del arte militar, de Federico de Suecia; La historia filosófica, del Abate Reynal; Los principios de política natural, de Burlamaqui; los Comentarios, de Julio César; El arte de la guerra, de Puyssegur.

Primeras campañas

Después de recibir la patente, el Capitán Francisco de Miranda fue asignado al Regimiento de Infantería de la Princesa bajo el mando del mariscal de campo Juan Manuel de Cajigal y Monserrat, lo que marcó el inicio de su carrera militar.
Desde 1773 hasta 1780, Miranda estuvo destinado en diferentes plazas militares como Madrid, Granada, Melilla y Cádiz, mientras mantenía una intensa vida social que incluyó a sus dos primeras amantes.
Tuvo que equilibrar su vida social con su actividad militar, la cual ya no implicaba solo estudios, sino combate real. Tuvo problemas disciplinarios dentro del Ejército Real, y su personalidad evolucionó al mismo tiempo que continuaba su formación intelectual mediante la lectura de libros, lo que atrajo la atención de la Inquisición.
Durante el sitio de Melilla, que tuvo lugar desde el 9 de diciembre de 1774 hasta el 19 de marzo de 1775, Miranda llevó a cabo su primera hazaña militar al presentar un plan al comandante español Juan Sherlock para desactivar la artillería enemiga mediante una operación de comando que él mismo dirigiría. Esta acción contribuyó al éxito de las fuerzas españolas al rechazar a las tropas del sultán de Marruecos Sidi Muhammed ben Abdallah.
Posteriormente, en julio de 1775, Miranda participó en una acción militar fallida para conquistar Argel con las tropas españolas, pero logró escapar milagrosamente a pesar de estar herido en las piernas y de que su mosquete había sido destrozado por una bala enemiga.
A pesar de las hazañas realizadas y los peligros enfrentados, Miranda no recibió ninguna condecoración ni ascenso y fue asignado a la guarnición de Cádiz. Allí, el Conde O’Reilly lo arrestó por fallas en el uso del uniforme y poco después su situación empeoró en Madrid. Gracias a la intervención del inspector general y de su antiguo comandante Cajigal, el rey decidió trasladarlo al Batallón de Aragón en Cádiz, donde se desempeñó como ayudante de campo bajo las órdenes de Cajigal.

Misiones en Norteamérica y las Antillas

España se unió a la Guerra de Independencia de Estados Unidos para expandir sus territorios en Luisiana, recuperar Florida y obligar a Gran Bretaña a mantener varios frentes bélicos simultáneamente. También procuró recuperar Gibraltar. En 1779, el capitán general de la Luisiana española, Bernardo de Gálvez, atacó a los británicos en Baton Rouge y Natchez, logrando liberar la cuenca baja del río Misisipi de fuerzas hostiles que pudieran amenazar su capital, Nueva Orleans. Se organizó en Cádiz una flota expedicionaria en 1780, al mando del almirante José Solano y Bote, en la que Miranda participó como miembro de las tropas de infantería de Cajigal. La flota llegó a La Habana el 4 de agosto de 1780.
En 1781, Miranda participó en la batalla de Pensacola con las fuerzas de Cajigal, que salieron de La Habana el 9 de abril de 1781. La acción militar culminó el 8 de mayo de 1781 con la victoria de las fuerzas españolas. Miranda fue ascendido a teniente coronel por su labor en la planificación y estudio del terreno. Miranda permaneció destacado un tiempo en Pensacola, donde adquirió libros y compró esclavos negros para proveerse de servicio doméstico. Posteriormente, Cajigal le encargó que descubriera secretamente la situación militar británica en Jamaica. Tras recibir el despacho oficial encomendándole la misión, Miranda se embarcó hacia Jamaica y llegó a Kingston el 20 de septiembre de 1781. A pesar de la desconfianza inicial de los ingleses, Miranda logró realizar con éxito su misión de reconocimiento y, además, negoció un convenio que regulaba el canje de prisioneros españoles e ingleses del mismo rango. Con la información obtenida, Miranda volvió a Cuba y envió un informe al capitán general de Cuba con detalles muy precisos sobre las operaciones y capacidad de las tropas británicas en el sector.
Miranda participó en el ataque a las islas Bahamas, en el que se logró la capitulación inglesa el 8 de mayo de 1782 a favor de España en unas negociaciones dirigidas por él. Además, consiguió la cesión de todas las islas. La eficiencia demostrada por Miranda en las Bahamas le valió la recomendación de Cajigal para que fuera ascendido a coronel y pasó a estar bajo las órdenes del comandante general de las fuerzas españolas en Cuba, Bernardo de Gálvez, como ayudante de campo en la población de Guárico, del Saint Domingue francés, en la isla de La Española.

Los españoles estaban preparando una acción conjunta con los franceses para invadir Jamaica, el último reducto inglés en el Golfo de México. La población de Guárico era el lugar idóneo para planificar estas operaciones. Los mandos consideraban a Miranda la persona idónea para planificar las operaciones por tener un conocimiento de primera mano de la situación de los ingleses en la zona.

No obstante, un ataque preventivo de los ingleses y las dificultades de la flota francesa, que forzaron la paz entre Inglaterra y Francia, hicieron que la invasión no se concretara, y por lo tanto Miranda permaneció así un tiempo en Guárico, en el que la Inquisición sería su principal problema.

En Estados Unidos

Las prioridades de las autoridades españolas cambiaron después de que la invasión de Jamaica no se concretara, lo que impulsó el proceso de la Inquisición contra Miranda. A medida que pasaba el tiempo, los problemas de Miranda con la Inquisición se complicaban y las autoridades españolas decidieron enviarlo a La Habana para ser arrestado y enviado a España. Sin embargo, Miranda se enteró de esto y supo que no tendría un juicio justo en España. Por lo tanto, frustró los planes para su arresto con la ayuda de Cajigal y el estadounidense James Seagrove, quienes organizaron su viaje a Estados Unidos en un barco que partió el 1 de junio de 1783 y llegó a New Bern el 10 de julio de 1783. Durante su estadía en Estados Unidos, Miranda realizó un estudio crítico de las defensas militares y conoció a personas mediante el obsequio y préstamo de libros, y examinó la cultura y las costumbres de los lugares por los que pasó. Visitó Charleston, Filadelfia y Boston y conoció a diversos personajes de la sociedad estadounidense en veladas y paseos. En Nueva York, conoció a la familia Livingston y al parecer mantuvo una relación romántica con Susan Livingston, hija del canciller Livingston, quien parecía estar enamorada de él según las cartas que le escribía.

Después de su estancia en los Estados Unidos, parece que Miranda no buscó ir más allá de una amistad con Susan, lo que podría explicar su partida apresurada de Nueva York. A pesar de mantener una correspondencia con ella durante años, nunca la volvió a ver, lo que sugiere que tal vez Miranda creía que una relación seria y el matrimonio no encajaban con sus planes y estilo de vida. Mientras estuvo en EE. UU., Miranda se reunió con George Washington en Filadelfia, quien acababa de recibir el control militar de Nueva York después del final de la guerra. También conoció a otras figuras importantes como el general Henry Knox y Samuel Adams, y descubrió ciertas instituciones en la nueva nación que le impresionaron favorablemente, como la biblioteca de New Port, el Princeton College, Rhode Island College o el Cambridge College.

El tiempo de Miranda en EE. UU. solo se vio afectado por el conflicto de intereses entre Francia y España en el país después de la guerra, ya que los franceses no querían que se revelaran los aspectos negativos de su intervención en el conflicto, y el fracaso de la invasión de Jamaica era uno de ellos. Al parecer, se habían enviado informes desde La Habana al gobierno estadounidense que acusaban a Miranda de ser un traidor y desertor, y estos informes fueron divulgados por los franceses para perjudicarlo, ya que él era la única persona que podía refutar la acusación del fracaso de la invasión de Jamaica como responsabilidad de España. La difusión de estos informes comprometió la situación de Miranda, ya que no podía defenderse sin revelar los detalles de su misión de espionaje en Jamaica, que eran secreto de Estado, y por lo tanto, ante esta situación, decidió partir a Inglaterra.

En Europa

El 15 de diciembre de 1784, Miranda partió de Boston en la fragata mercante Neptuno hacia Londres. Después de un viaje de aproximadamente 56 días, llegó a Inglaterra el 10 de febrero de 1785.

En Londres, Miranda fue vigilado cuidadosamente por los españoles debido a las sospechas de traición que pesaban sobre él. Los informes señalaban su relación con personas sospechosas de conspirar contra España, así como con importantes personalidades de la época.

En ese momento, el coronel William Stephens Smith, a quien Miranda conocía de su estancia en Nueva York, llegó a la corte de Inglaterra como secretario de la primera embajada de Estados Unidos. Smith se casaría al año siguiente, el 12 de junio de 1786, con Abigail Nabby Adams, hija del embajador John Adams y Abigail Smith, quien más tarde se convertiría en el segundo presidente de los Estados Unidos.

Miranda y el coronel Smith decidieron viajar a Prusia para observar las maniobras militares preparadas por el rey Federico II el Grande. El embajador de España en Londres, Bernardo del Campo, le dio a Miranda una carta de presentación para el ministro de España en Berlín, mientras que James Penman, un hombre de negocios inglés con quien Miranda había hecho amistad en Charleston, se encargó de guardar sus papeles mientras estuviera de viaje.

Sin embargo, la amabilidad del embajador español encubría su intriga para que Miranda viajara a Calais y allí pudiera ser apresado y entregado a España. La farsa, que también involucraba a la esposa y la hija del vicecónsul español en Londres bajo el pretexto de llevar a la joven a un monasterio, se desbarató cuando el venezolano y su amigo se dirigieron al puerto neerlandés (Hellevoetsluis) el 10 de agosto de 1785, y no a la ciudad del norte de Francia.

Miranda viajó por regiones de Bélgica, Alemania, Austria, Hungría y Polonia, y luego se trasladó a tierras griegas e italianas, donde permaneció durante más de un año. También visitó la corte de Catalina II de Rusia en Kiev. En Hungría, estuvo en el palacio del príncipe húngaro Nicolás Esterházy (1765-1833), quien simpatizaba con sus ideas y, además de recibirlo amablemente, lo envió en uno de sus carruajes con una carta de recomendación para reunirse con el músico Joseph Haydn, quien vivía y trabajaba en la corte del aristócrata húngaro.

Tras visitar Constantinopla, la capital turca con la que los españoles tenían relaciones diplomáticas desde 1783, se vio forzado a cumplir con una cuarentena sanitaria en Jersón. Posteriormente, el príncipe Potemkin lo presentó a Catalina II en Kiev el 13 de febrero de 1787. La emperatriz rusa demostró un gran interés por los asuntos de América y los sistemas de gobierno que se utilizaban allí.

Miranda en la Revolución francesa

En 1791, Miranda se involucró activamente en la Revolución francesa. Mientras estaba en París, estableció amistad con los girondinos Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve. Posteriormente, se unió al Ejército revolucionario francés, también conocido como «La Convención», como general en una sección que luchó en la campaña de 1792 contra el ejército prusiano liderado por el duque de Brunswick-Luneburgo.

Miranda alcanzó el rango de mariscal de Francia bajo el mando de Charles François Dumouriez, y participó en varias batallas como Argonne, Wargemoulin, Amberes, Lieja, Tongres, Paliemberg y Valmy. Sin embargo, después de diferencias significativas con Dumouriez, Miranda se separó del ejército del norte después de haber replegado sus tropas en Maastricht.

Durante el reinado del terror establecido por Bertrand Barère de Vieuzac, Miranda fue arrestado varias veces por los jacobinos, incluso en La Conciergerie de París, donde la mayoría de los reclusos eran guillotinados.

Fue sometido a juicio en el Tribunal Revolucionario, acusado de negligencia en la defensa de Maastricht. Claude Chaveau-Lagarde, un destacado abogado que también defendió a la reina María Antonieta de Austria, lo defendió y fue absuelto de los cargos en 1795. Debido a una medida del Directorio de la Monarquía y los Girondinos, Miranda fue amenazado con ser deportado, pero en cambio se trasladó a Inglaterra en 1798.

América del Sur (1806-1812)

Miranda es recordado principalmente por su papel en las guerras de independencia en América Latina. Él imaginó la creación de un gran imperio independiente que abarcara todos los territorios bajo dominio español y portugués, desde la margen derecha del río Misisipi en el norte hasta la Tierra del Fuego en el extremo sur del continente. Este imperio estaría gobernado por un emperador hereditario llamado Inca para complacer a las etnias indígenas y tendría una legislatura bicameral. Miranda eligió el nombre de «Colombia» para este imperio, en homenaje a Cristóbal Colón.

En noviembre de 1804, Miranda llegó a Nueva York después de estar en el Reino Unido. Allí permaneció más de un año y estableció contactos con importantes personalidades públicas, como el presidente Jefferson y el secretario de Estado Madison, así como con privadas, como Jacob Lewis, un comerciante de Puerto Príncipe, y el coronel William Stephens Smith, a quien Miranda conocía desde 1783 y que en ese momento era inspector del puerto de Nueva York. Fue Smith quien lo presentó al armador y contrabandista estadounidense Samuel G. Ogden, quien poseía una corbeta que Miranda alquiló y renombró en inglés en honor a su hijo Leandro.

El 2 de febrero de 1806, Miranda zarpó en la Leander hacia Haití con el respaldo político y económico de los británicos y estadounidenses. Dos goletas y el buque Emperador se unieron a su expedición. Su intención era desembarcar en Venezuela, ganar apoyo popular y comenzar la lucha por la independencia. La fragata británica Cleopatra interceptó la corbeta, pero continuó su viaje y llegó a Jacmel, en la isla de La Española, el 20 de febrero. La expedición permaneció allí seis semanas y contrató las goletas Bacchus y Bee antes de dirigirse a tierra firme. Después de fracasar en el desembarco de Ocumare de la Costa el 27 de abril, Miranda se refugió en Trinidad con solo la corbeta Leander. Las fuerzas realistas escoltaron las dos goletas hasta Puerto Cabello con 58 prisioneros que fueron encerrados en el castillo de San Felipe. Diez prisioneros, principalmente estadounidenses acusados de piratería, fueron ahorcados y descuartizados en la plaza mayor de Puerto Cabello el 21 de julio de 1806 en represalia. El gobernador británico de Trinidad, sir Thomas Hislop, le proporcionó a Miranda barcos y suministros. Con una expedición aumentada a 11 barcos y 300 hombres, llegó a las costas de Coro (Venezuela) el 1 de agosto de 1806. El día 3, mientras los barcos desembarcaban su artillería, Miranda y sus hombres se precipitaron a tierra. La bandera venezolana tricolor fue izada por primera vez en el Fortín de La Vela ese mismo día. Sin embargo, al no encontrar apoyo popular, se reembarcó diez días después y se dirigió a Aruba y luego a Inglaterra después de un tiempo en Trinidad como huésped del gobernador Hyslop.

En el 19 de abril de 1810, comenzó la lucha por la independencia de Venezuela. Simón Bolívar y Andrés Bello convencieron a Miranda, quien estaba en Londres en una misión diplomática, para que regresara a su tierra natal. Miranda fue recibido con honores en el Puerto de La Guaira y en Caracas, se le otorgó el rango de general del ejército y fundó la Sociedad Patriótica, que se convirtió en la principal promotora de la independencia. Miranda fue elegido diputado por El Baúl en la provincia de Caracas al Congreso Constituyente de 1811. El 5 de julio de 1811, tuvo el honor de firmar el Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela.
Más tarde, en 1812, cuando las tropas españolas al mando de Domingo Monteverde avanzaban, Miranda asumió la presidencia con poderes discrecionales después de ser nombrado dictador por el Triunvirato ejecutivo con el rango de generalísimo. Sin embargo, la impopularidad de la causa de la independencia, las deserciones constantes en sus tropas y el Terremoto de Venezuela de 1812, que afectó principalmente a las poblaciones controladas por los patriotas, hicieron que Miranda fuera incapaz de pasar a la ofensiva. Miranda intentó resistir el ataque realista, pero la caída de la plaza de Puerto Cabello y la rebelión de los esclavos de Barlovento, así como el creciente número de ejércitos españoles que le atacaban, le hicieron imposible resistir. Miranda, temiendo una derrota brutal, y usando las facultades otorgadas por el Triunvirato ejecutivo, firmó la capitulación del ejército patriota el 25 de julio de 1812 en la ciudad de San Mateo.

Encarcelamiento y enfrentamiento con Bolívar

Antes de zarpar del puerto de La Guaira y continuar la lucha, un grupo de oficiales liderado por Bolívar capturó a Miranda y lo encarceló en el fuerte San Carlos el 31 de julio para evitar la confusión y la traición que podría haber resultado de la firma de la capitulación. Aunque se dice que Bolívar inicialmente consideró fusilar a Miranda por el acuerdo de San Mateo, finalmente lo entregó al comandante militar del puerto, el coronel Manuel María de las Casas, quien secretamente se pasó al bando español y entregó a Miranda y otros refugiados a Domingo de Monteverde. Bolívar, sin saber de la traición de de las Casas, se dirigió a Caracas, ya en manos de los realistas, y gracias a algunas amistades en el bando enemigo, obtuvo un pasaporte de Monteverde. Más tarde, Bolívar regresaría a Venezuela para reiniciar la guerra.

Prisión y muerte

Después de su captura en La Guaira, Miranda fue trasladado al cuartel San Carlos de Caracas y posteriormente al castillo San Felipe de Puerto Cabello. Allí, en 1813, escribió un memorial desde su celda exigiendo el cumplimiento de la capitulación de San Mateo. En junio de ese mismo año, fue trasladado al Castillo San Felipe del Morro en Puerto Rico y luego a España, donde fue encerrado en el penal de las Cuatro Torres del arsenal de la Carraca en San Fernando. Miranda planeó escapar a Gibraltar, pero un ataque cerebrovascular lo impidió, y murió en su celda el 14 de julio de 1816 a los 66 años. Una pintura al óleo del artista venezolano Arturo Michelena, titulada «Miranda en la Carraca», inmortalizó su imagen y se convirtió en un símbolo de la historia venezolana.

Miranda es también considerado uno de los padres fundadores de la masonería en Hispanoamérica y es honrado en Venezuela con el nombre de calles, plazas, parques y la tercera entidad más poblada del país, el estado Miranda. Además de su dedicación a la independencia del continente, Miranda se destacó en la traducción y publicación de documentos en varios idiomas, abarcando temas más allá de la política, como la filosofía y la literatura. Fue el primer hispanoamericano en pedir la concesión de los derechos políticos a la mujer en 1792. Su hijo, Leandro de Miranda, fue director del primer banco en Venezuela, el Banco Colonial Británico, que operó de 1839 a 1848.

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